domingo, 3 de marzo de 2019

EL PODER DE LA TIERRA - CAPÍTULO 5: CONFIANZA EN LO DESCONOCIDO


Lo que fuera que protegiera el paraíso vegetal creado por el Juzgado se acercaba cada vez más, y yo seguía paralizado por el miedo.
Tenía apariencia humana, pero no por eso era menos terrorífico.
Para mi sorpresa, note la familiaridad que el vigilante misterioso me producía. Si la montaña de tierra se parecía al grandote, este monstruo sería…

Parecía que él me había reconocido también a mí, porque dejo de moverse a esa velocidad infernal. Avanzó hacia mí más lentamente. Yo no estaba seguro al 100 % de salvar el pellejo.

Pero era él, mi amigo de 15 años que trabajaba para el Juzgado y del que yo no debía tener ningún miedo. Mostró delante de mí la transformación a su forma conocida y menos amenazante.

Me dijo:

- Lo siento Teo. No suponíamos que iba a ocurrir esto. Te prometo que nos iremos en cuanto recuperemos toda la fertilidad de esta tierra.

- ¿Y por qué trabajáis para el Juzgado, que fue el que estropeó todo?

- Es bastante difícil de explicar. El Juzgado pertenecía a unas crueles personas que querían gobernar el país y a todos sus habitantes. Quizás hubieran gobernado todo el mundo si un grupo de gente especial no hubiera vencido a su jefe, el llamado Juez. En ese grupo estaba yo y también mi amigo de tierra.

- Claro, el montaña cachas ese.

- No es exactamente una montaña, en realidad es todo el planeta Tierra entero. – notó que empezaba a mostrarme alucinado -  Pero eso es otra historia. Tengo que pedirte que confíes en mí y que no te acerques por aquí hasta que nos hayamos marchado.

Eso acordé con mi amigo y me fui creyendo que todo lo que me había contado y todo lo que había visto era un sueño.
Ustedes pensarán que les estoy contando un relato de ciencia-ficción de forma brusca a la vista de la normalidad en que narré los días anteriores, pero estoy contando toda la verdad.

Mis abuelos me habían estado buscando para comer, y así lo hicimos. Yo callaba mi secreto más porque no me tomaran por loco, cosa normal por cierto, que por no poner en peligro la misión de mis amigos.

Otro día pasó rápido, yo en mi secreto y los del pueblo buscando una solución más allá de lo normal para echar a la amenaza del pueblo.

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